CRUZ-DIEZ EN BLANCO Y NEGRO. FOTOGRAFÍAS 1942 – 1986
En cierto sentido, el fotógrafo va apropiándose de las parcelas de la vida que encuentra en su exploración visual, de ese modo desarrolla una estética propia, pero al mismo tiempo, crea una ética visual al decidir lo que desea capturar y detener en el tiempo.
Curador: Edgar Cherubini Lecuna
Artista: Carlos Cruz-Diez
Del 10 de mayo al 13 de julio de 2014
Inauguración: 10 de Mayo de 2014
En cierto sentido, el fotógrafo va apropiándose de las parcelas de la vida que encuentra en su exploración visual, de ese modo desarrolla una estética propia, pero al mismo tiempo, crea una ética visual al decidir lo que desea capturar y detener en el tiempo.
A sus noventa años y después de sesenta años de investigaciones y propuestas en torno al color, Carlos Cruz-Diez muestra su trabajo fotográfico en blanco y negro. Estas fotografías revelan una faceta hasta hoy desconocida de este importante artista, uno de los principales representantes del arte contemporáneo y figura relevante del arte cinético.
El conjunto de imágenes que integran la exposición Cruz-Diez en blanco y negro. Fotografías 1942–1986, que exhibe el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA), nos ofrece un testimonio de los caminos que el artista recorrió desde los primeros tiempos de su vida en el arte, en la década de 1940, así como de sus vivencias en Europa en las décadas de 1950 y 1960.
El niño que fabricó su propia cámara
La pasión por la fotografía se remonta a su infancia. “Entre mis amigos del barrio – comenta Cruz-Diez – había uno cuyo padre era “fotógrafo minutero” en la plaza del mercado de Caracas. Un día me llevó allí para verlo trabajar y lo encontramos de pie junto a un cajón de madera apoyado sobre un trípode, impartiendo instrucciones a un señor vestido de blanco que posaba hierático. Con una mano manipulaba el lente enfocando al personaje y con la otra, a través de una manga de terciopelo negro, extraía una lámina donde había capturado una imagen de la escena real del hombre y la plaza. Me pareció un acto de magia. Fue tal la fascinación que me produjo, que durante varios días fui a observar su labor. Cuando abría la caja, yo escudriñaba en su interior tratando de descifrar el misterio. No cesaba de preguntarle sobre lo que hacía y cómo lo hacía. Al cabo de una semana ya éramos buenos amigos. Entusiasmado lo convencí de que me vendiera un viejo lente Compur 3,5. Al poco tiempo, fabriqué mi propia “cámara minutera”, ayudado por mis observaciones y los instructivos que me había facilitado. Con ella hice muchas fotos de las que aún conservo algunas”.
Un ojo indagador
Susan Sontag en su libro On Photography, habla de la carga social e ideológica que trae consigo la fotografía, al afirmar que “aprendemos a vernos fotográficamente”. A los 25 años de edad, su sensibilidad social lo lleva a frecuentar las barriadas pobres de Caracas, captando imágenes que luego volcará en su pintura de denuncia durante su período figurativo. En la década de 1950, preocupado por encontrar un sentido de pertenencia y un arte que lo identificase con su país, Cruz-Diez viaja por toda Venezuela, interesado en las manifestaciones folklóricas, produciendo valiosos materiales sobre los Diablos de Yare y la Parranda de San Pedro, entre otros rituales del sincretismo criollo.
Su ojo indagador lo llevó a explorar otras geografías. En Europa, sus fotografías transitan de una visión crítica a una comunicación meramente estética. Paisajes, edificios, calles y texturas cobran un punto de vista particular desde el visor de su cámara. Las imágenes dan cuenta de una búsqueda intuitiva más allá del objeto fotografiado, reproducen atmósferas abiertas a la subjetividad de quien las observa.
Testigo privilegiado de una época clave en la historia del arte contemporáneo, Cruz-Diez retrató a Alexander Calder, a Jean Tinguely, a Jesús Soto, a Horacio García Rossi y a otros importantes artistas con quienes coincidió en la década de 1960.
El criterio de selección que guió la búsqueda de las imágenes exhibidas, se apoyó no sólo en el sentido estético sino también en el valor histórico y documental de muchas de las fotografías. Para ello se utilizaron los negativos revelados por el mismo Cruz-Diez y archivados desde hace más de sesenta años en los talleres
Cruz-Diez de París y Panamá. La mayoría de las fotografías son inéditas.
Estas imágenes en blanco y negro capturadas por Cruz-Diez, representan un nuevo punto de vista sobre la poética visual del artista.